El pueblo de Miramar continúa imparable en su avance tecnológico y social. El Duque, otrora alquimista de profesión, hubo encontrado unas minas con vetas de plata y oro en su ducado:
Con ayuda de mercurio traído de las grandes minas de España, enseñó a sus vasallos la técnica de la amalgamación con mercurio para extraer el oro y la plata de los minerales de cuarzo. Los obreros estaban exultantes con el resultado:
Las pepitas del tamaño de una uña comenzaron a aparecer de entre los extractos. Como no podía ser de otra manera, Su Majestad Real @Lector I se llevó el quinto real y Su Santidad, su Eminencia Reverendísima @Chiribito se llevó el diezmo para la Trideidad.
El resto, a compartir entre el Duque y los propietarios (no así los obreros, pagados a jornal), sirvió para construir el ansiado templo-nido de la ciudad, tal y como hiciera el Duque en la Ciudad Libre de Pol (pronto Lectorgrado):
#Su Majestad quisiera felicitar al Ducado de Miramar por tan importante noticia en el desarrollo tecnológico y social y el progreso del Reino. Sin duda, un ejemplo a seguir por todos.
#- Eminencia, nos ha llegado una carga de oro proveniente del Ducado de Miramar. El duque ha descubierto nuevas minas de oro y plata allí y nos hace entrega de este oro como ofrenda a la Trideidad.
- Es una buena noticia, mandadle la siguiente carta:
[b]Agradecemos la ofrenda y os felicitamos por el hallazgo, por cuanto supone de recursos para vuestro ducado así como de empleo y prosperidad para sus gentes.[/b]
[b]La Trideidad os ha bendecido con una tierra próspera y fértil. Cuidadla y cuidad a vuestros vasallos, pues no olvidéis que sois instrumento de la divinidad para contribuir al bien común, como reza el salmo III.[/b]
[b]Que la Trideidad os bendiga y os siga otrogando su favor.[/b]
[b]Chiribito de Poniente y Aufgürb.[/b]
[b]Cigüeño Mayor de la Trideidad.[/b]
- Enseguida eminencia.
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#- Eminencia, nos ha llegado una carga de oro proveniente del Ducado de Miramar. El duque ha descubierto nuevas minas de oro y plata allí y nos hace entrega de este oro como ofrenda a la Trideidad.
- Es una buena noticia, mandadle la siguiente carta:
[quote="Carta del viejo"]Agradecemos la ofrenda y os felicitamos por el hallazgo, por cuanto supone de recursos para vuestro ducado así como de empleo y prosperidad para sus gentes.
La Trideidad os ha bendecido con una tierra próspera y fértil. Cuidadla y cuidad a vuestros vasallos, pues no olvidéis que sois instrumento de la divinidad para contribuir al bien común, como reza el salmo III.
Que la Trideidad os bendiga y os siga otrogando su favor.
Chiribito de Poniente y Aufgürb.
Cigüeño Mayor de la Trideidad.[/quote]
Los barcos, apenas esquifes, cargados hasta arriba con refugiados de Isla arribaron a las costas de Miramar una semana después del terrible vendaval que asoló su hogar. Los animos de los Isleños no podían estar más altos, por fin habían llegado a la tierra prometida, ese lugar donde el trigo crecía solo y bastaba con dar una patada a la tierra para obtener oro.
Poco duró su alegría, desde el mismo momento que desembarcaron fueron vistos con suspicacia por los mirarmeños y en cuanto el Duque supo de su llegada ordeno a sus soldados que los mandaran a todos a picar a las minas de oro. Los Isleños no perdieron su buen humor y se alegraron al menos de poder trabajar alejados del sol.
Poco a poco fueron venciendo las suspicacias de los mirarmeños, su alegría al fin y al cabo era contagiosa y su forma de ver la religión, más como una diversión que como algo real, atrajeron rapidamente a los más jovenes de la región.
El trabajo en las minas era duro y penoso, pero sirvió para moldear el cuerpo de los Isleños haciendolos terriblemente atractivos para las jovenes mirameñas que, acostumbradas como estaban a los hombres afeminados de Miramar, pronto calleron rendidas a sus pies.
Para cuando se quisieron dar cuenta los hombres y mujeres de Isla y Miramar estaban más unidos de lo que jamás habrían imaginado y cuando los Isleños les contarón como vivian en Isla, trabajando lo justo para poder vivir, repartiendo las riquezas entre todos y no solo entre el noble de turno y los gordos curas de Lagodia las gentes de Mirarmar comenzaron a pensar si de verdad su forma de vida era tna buena como siempre habían pensado.