Al día siguiente, el príncipe, ante la necesidad de dar estabilidad al país y comenzar a solucionar los problemas de la gente, publicó un bando y mandó pregoneros por todo el país que lo anunciaran de viva voz para público conocimiento de todos:
[b]Antuán I, Príncipe de Syldavia, os hace saber cuan dolorido está por todos los acontecimientos pasados, masacres, incendios, disputas, carestías, etc. [/b]
[b]Por ello, habiendo entablado conversaciones con diferentes estamentos representativos del pueblo syldavo (obreros, burguesía, cultura, militares, ...), y queriendo poner orden en el caos, sabed que llamo a las siguientes personas a conformar el nuevo parlamento que nos dará un nuevo primer ministro que gobierne Syldavia.[/b]
[b]Don Mendíguez @bradduk[/b]
[b]Don Eltomash Minero @Eltomash[/b]
[b]Don Santiago Valencia @Sly[/b]
[b]Don Jose del Candado @Byzantium[/b]
[b]Don Miguel Antonio del Castillo @Lector[/b]
[b]Don Evaristo Higalgo @Zokaar[/b]
[b]Don Trismegisto Agorero @Hermes[/b]
[b]Don Jairo Von Heisenberg @Jairo[/b]
[b]Don Nicasio Portillez @Chiribito[/b]
[b]Manteniendo la reserva de incluir o sustituir diputados, estos son los encargados de hacer prosperar el país con el ejercicio de la palabra y la democracia, y sabed que quienes busquen una vía diferente a esta, no buscan vuestro bien, y mucho menos si ello implica el derramamiento de vuestra sangre.[/b]
[b]El país esta atravesando momentos difíciles y es hora de remar juntos, pues quien reme en contra busca vuestra ruina en su propio beneficio interesado y egoísta, provocándoos dolor y sufrimiento innecesario.[/b]
#Al edificio acudió un joven hombre espigado, vestido con uniforme de comodoro, acompañado por otros militares jóvenes y algún que otro civil. Tras detenerse a observar los restos de la puerta, sorprendido, marchó con paso rápido y solicitó conversar en privado con el Príncipe antes de que comenzara la sesión del Parlamento. No se detuvo a conversar con nadie y su agitada presencia molestó a muchos.
Dado su origen militar, el Príncipe y el General D. Jairo von Heinsberg sabían de quien se trataba, pero el resto no.
El hombre era D. Mauricio Abename, un oficial insultantemente joven que había ascendido rápidamente debido a buenas conexiones entre el viejo mundo y el nuevo. Hijo de nuevos ricos, el Comodoro Abename se había significado por resultar muy popular entre la tropa y se había rodeado de los oficiales y suboficiales que más se habían opuesto a las recientes decisiones de Palacio.
Su nombramiento como Comodoro (el general de más bajo rango) no había sido ratificado por el alto mando, sino que había sido autoproclamado en los últimos días, de lo cual pocos se habían enterado. En condiciones habituales, hubiera sido juzgado por un tribunal militar por su amotinamiento. Cuando la noticia del rearme del populacho ante el palacio se fue conociendo, el Comodoro Abename exigió a su nuevo batallón permanecer acuartelado hasta nueva orden. El Comodoro decidió no intervenir cuando conoció del triste asalto al Palacio, ya que no confiaba en las posibilidades de éxito del ataque.
Después del luto mínimo, y con la lealtad de su batallón asegurada en el cuartel, marchó pacíficamente a Palacio para hacer saber al trono sus exigencias.
#"una vez estuvieron en lugar discreto y con sus acompañantes fuera de la sala, el Comodoro Abename habló directa y respetuosamente ante el Príncipe, con la sinceridad de un vendedor de ungüentos curativos. El Comodoro no pasó por alto el comentario, pero aún habló de "su" Batallón".
Mi príncipe, vengo a darle malas pero tranquilizadoras noticias, así como consejo, pues debe usted saber que en las últimas jornadas mi batallón ha conocido preocupantes eventos. La anterior batalla, en que el antiguo príncipe y el General von Heinsberg ordenaron el fusilamiento de civiles causó tremenda conmoción en este Batallón. Ante la noticia del rearme de los obreros, mucha de la tropa acordó unírseles en rebeldía. Desde la muerte del General Macafe, altamente impopular entre la tropa, ha habido acercamientos entre los obreros y soldados, especialmente entre los más humildes.
Solo mediante el sostenimiento del orden a través de mis más leales se pudo dar la orden del alto, teniendo que sentarse un orden marcial. Pero aún entre los suboficiales y entre algunos de los oficiales del batallón queda una clara preocupación y fue muy dificil mantenerlos a raya. Muchos de ellos estaban preocupados por el ascenso de algún oficial conservador al puesto de Macafe y demandaron nombrar un Comodoro, esto es, a mi; para liderar al Batallón. No será noticia por supuesto para usted que mi Batallón no participó en la batalla en Palacio, y así fue precisamente para evitar cualquier posible deslealtad. Pude mantener un moderado status quo, pero hay quien no ha quedado satisfecho.
El resultado del combate ha sido especialmente duro, lo cual no ha calmado la causa revolucionaria. La cuestión[i] podría reavivarse si no se calman los ánimos.[/i] En ese sentido, Mi príncipe, ha de afirmarse una cuestión que es sin duda cierta, y es que usted ha insistido en rodearse de los mismos líderes militares y políticos conservadores que el antiguo príncipe. Es también sin duda cierto que la causa socialista es anárquica, terrorista y destructora, pero también es igualmente cierto que el pueblo clama por participar de la política y resolver las injusticias sociales que viven a diario.
Si bien aún no se me ha confirmado en mi nuevo puesto, Mi príncipe, espero que usted [b]esté a la altura[/b] del nuevo periodo que se abre, en el que muchos contemplarán su connivencia con los militares más conservadores como una clara intención de mantener el orden tradicional intacto.
#Herminio de Oriente estaba en el pasillo cuando vio pasar al militar y a sus hombres. Vio cómo era diligentemente llevado ante el príncipe y pensó en que sería un hombre importante. Allí, rodeado de gente, se le ocurrió preguntar a los presentes, justificando su falta de conocimiento por su reciente llegada a la ciudad.
Lo cierto es que los presentes tampoco sabían de quién se trataba: unos, más avispados, habían visto el uniforme y decían que bien podría ser un general. Otros, un coronel. Otros decían que no tenía el porte de oficial, que sería un suboficial a cargo del príncipe que venía a rendirle informe. Reinaba el desconocimiento y cada cual elaboraba una teoría.
Herminio vio en la desorganización de ideas un motivo para marchar del corrillo e ir a la fuente primigenia. Se acercó a uno de los militares jóvenes y se presentó:
[quote]Buenos días, señores. Soy Herminio de Oriente, diputado en esa casa, y querría interesarme por el señor que acaba de entrar a despachar con el Príncipe Antuán. ¿Puede saber este diputado de quién se trata? Le invitaría gustoso a comer, a cambio de una buena charla. Sea usted tan amable de hacerle llegar esta información. Podrá encontrarme aquí, en el Parlamento o en mi propia casa.[/quote]
#El sargento, que no tenía motivos para faltar a la lealtad a su jefe, dijo respetuosamente:
Buenas días, su Señoría. Mi general, que ahora despacha con el Príncipe, es el Comodoro Mauricio Abename, que ahora dirige el tercer Batallón. Tan pronto salga le remitiré esa información, su Señoría.
[b][color=#c10300][size=4]Estimado Coronel, lo que me contáis es grave, pues si hay alguna organización en la que no debe tolerarse la insubordinación es precisamente en el ejército.[/size][/color][/b]
[b][color=#c10300][size=4]Los hechos que han ocurrido estas últimas semanas son bastante lamentables y han causado muchas bajas entre el pueblo y en el propio ejército. Es una guerra entre hermanos que jamás debiera haber ocurrido, y bien sabe Dios cuanto hice por evitarla, pero le obstinación de Mendiguez y el minero por la vía de las armas y su rechazo a la vía democrática una y otra vez condujo a este fatal desenlace.[/size][/color][/b]
[b][color=#c10300][size=4]Ahora las aguas parecen un poco más calmadas y ya veis que estamos tratando una vez más de poner en marcha nuestra joven democracia. Los problemas son muchos, y el pueblo, a través de sus representantes, tiene que tratar de ponerles remedio. Nuestra misión es colaborar en las soluciones en la medida de lo posible desde nuestros puestos. Desde luego nunca añadir más problemas.[/size][/color][/b]
[b][color=#c10300][size=4]Sé que está vacante el puesto del general Macafe tras su reciente fallecimiento. ¿Podré contar con vuestra lealdad y la de vuestros hombres Coronel?[/size][/color][/b]
#En ese momento y mientras espera el inicio de la sesión parlamentaria, se acerca al General Von Heinsberg su asistente y le informa lo siguiente:
[b]-Mi General, se ha sabido que ha llegado al edificio parlamentario el Coronel Mauricio Abename para entrevistarse con Su Alteza el Príncipe, también me informan señor que Su Alteza le ha ascendido a General para dirigir el tercer[/b][b] batallón en reemplazo del ya fallecido General Macafe.[/b]
Al oír esto, el General impasible como siempre, responde a su asistente:
[b]-¿Vaya manera de ascender tiene este muchacho no cree sargento? hahaha, bueno la verdad si merece aquello al ser un oficial bastante competente y capaz por lo cual no me sorprende para nada lo rápido que ha llegado hasta donde esta. la verdad me recuerda a mi en mis primeros años en el ejercito por eso es que me agrada aunque a otros oficiales y soldados no, pero la envidia sargento es algo que hasta en las fuerzas armadas existe hahaha. La verdad es que Abename es el mejor remplazo para Macafe ya que conociendo al fallecido pues sabemos lo incompetente e impopular que era, envíele mis felicitaciones al nuevo general y de paso dígale que me gustaría poder reunirme con el, también envíele una nota al Sr. Miguel Antonio del Castillo invitándole a hablar conmigo antes de que inicie la sesión parlamentaria... puede retirarse sargento.[/b]
Una vez oído esto y con un saludo militar correspondiente, el asistente del general se retira para llevar a cabo lo encomendado por el general.
#[b]Noche de la batalla[/b]
D. Antonio del Castillo había pasado la noche de la batalla en vela en su despacho, temiendo un desenlace que acabara con el [i]statu quo[/i] syldavo. Reprochaba a los líderes sindicales y a algunos líderes militares que sólo habían hecho que esta situación se enquistara, cuando se podría haber resuelto de forma más pacífica, como en su momento había defendido el General Komutan.
[b]Día de luto[/b]
Al día siguiente, por la mañana, recorrió las calles del centro de la ciudad observando apenado los destrozos que se habían provocado por la batalla en el Palacio Real y en las cercanías del mismo. Cuán innecesario había sido todo, pues no había resultado en nada más que en muerte. Conmovido, y pese a su poca fe, acudió a la Basílica Kidemonita para rezar por las almas de los inocentes fallecidos en la batalla, muertos por la tozudez y la estrechez de miras de unos caudillos enajenados. Especialmente se acordó de varios capitanes del ejército que compartían sus ideales más pacíficos, y prometió por las cadenas del Kidemonas luchar por devolver la grandeza y la paz a Syldavia. Aprovechó para conversar con el Primer Emérito de la basílica y líder espiritual del Kidemonismo, D. Pantaleón Demetrio, con el que compartía una larga relación de amistad:
[b][color=#c10300][AC] Estoy consternado, Pantaleón. Toda esta muerte, caos y destrucción, y para qué. [/color][/b]
[b][color=#9a00b2][PD] Ciertamente. He resuelto realizar la semana que viene un servicio especial para recordar a las víctimas inocentes, pero eso no nos las devolverá.[/color][/b]
[b][color=#9a00b2][color=#c10300][AC] De todas formas es importante recordarlas, y es importante mostrar que podemos sobreponernos a esta barbarie.[/color][/color][/b]
[b][color=#9a00b2][PD] De hecho, pensaba invitarte como orador, para infundir ánimos a la gente no sólo desde un punto de vista meramente religioso, sino también de acciones efectivas del parlamento.[/color][/b]
[b][color=#c10300][AC] Cuenta con mi voz, pero aunque pueda prometer mi trabajo incansable, no creo que pueda dar certezas. El Parlamento aún está en un estadio muy inicial de su nueva andanza, y además ahora tras estos eventos no puedo predecir cuál será la voluntad de la mayoría.[/color][/b]
[b]Vuelta al Parlamento[/b]
Trascurrido el día oficial de luto, D. Antonio volvió a su oficina al Parlamento. En el correo entrante de su oficina apreció una breve carta del General @Jairo invitándole a una reunión en su despacho con anterioridad al comienzo de la sesión parlamentaria. Intrigado, pues nunca habían sido muy cercanos y en últimas fechas habían estado, de hecho, muy distantes políticamente, hizo mandar a un recadero para confirmarle su asistencia a la reunión.
