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[Norita] La Marca se defiendeEl pueblo de la Marca, siguiendo las órdenes de su fiel y servidor Marqués, D. Theomore de Fredonia, progresa significativamente en la construcción de nuevas defensas ante una potencial invasión extranjera o bárbara. La prioridad del Marqués es de sobras conocida por todos los nobles, vasallos y súbditos: la defensa de las fronteras y territorios del Norte de Norita, azotados por los más bravos vientos y el más absoluto abandono. El territorio demanda reformas y nuevas infraestructuras y el Marqués de Norita ha aceptado el reto de proporcionarlas.[em]Mientras los nobles de Miramar y Bahía, e incluso su Majestad, pierden el tiempo en una espiral de violencia revanchista, debe la Casa de Fredonia andarse con cuidado en nuestras fronteras del Norte[/em] — exclamó el Marqués de Norita. [em]No hay tiempo que perder. Me temo que se avecina un ataque, más pronto que tarde; los bárbaros observan con grata satisfacción como Su Majestad y sus nobles pierden el tiempo en batallas marítimas. Su Majestad no nos hace caso y, antes que otorgar patentes de corso y agrandar nuestras flotas, prefiere débilmente jugar al gato y al ratón con un pirata[/em] — prosiguió el Marqués de Norita. [em]Que empiece la construcción del Muro del Norte. Transmite mis órdenes inmediatamente, Odo[/em] — dijo el Marqués dirigiéndose a su secretario personal. Así pues, tal y como ordenó el Marqués, se inició la construcción del Muro del Norte —o cómo se le conoce popularmente, el Muro de Theomore— junto al río Blanco, frontera natural con las zonas bárbaras más allá de nuestro Reino: [img]https://fotos.subefotos.com/71eed3651bfdd0373620d81a73baf0a0o.png[/img] Además, cerca del Muro, se instaló por órdenes también del Marqués un nuevo Destacamento militar, en aras de aumentar la presencia de las tropas de la Casa de Fredonia y Su Majestad en la zona. |
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| #El cigüeño mayor se levantó de la noble y cómoda silla que le habían puesto, aunque en su cara se notaba un gesto de incomodidad por los rigores del clima. El frío y la ventisca no le venían bien a sus pobres huesos, y eso que iba ataviado con los más más mullidos y pesados ropajes que tenía, tapados todos ellos por una gruesa y aparentemente caliente capa de piel blanca, la cual llevaba bordada el símbolo de la Trideidad. Además llevaba unos guantes y un gorro de lana, pero la cara ... la cara estaba a merced del gélido aire del norte. |
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