Todo el mundo se encontraba disfrutando de las fiestas ordenadas por los nobles tras la muerte del infame Eltomash I así que no había nadie que se fijase en lo que ocurría en la parte más alejada del puerto. Si hubiera habido algún observador curioso, se habría dado cuenta de que unas figuras descendían del galeón del barón Bradduk y se dirigían a un minúsculo barco propiedad de Baronburgo, antes de que nadie pudiera decir nada, los Isleños se lanzaron sobre los dos marineros que había en el barco y acabaron con ellos con celeridad, acto seguido quitaron las amarras y alejaron el barco del puerto.
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#[img=700x700]https://cdn.discordapp.com/attachments/891786465586057219/1020281211517681715/byza_two_sailors_and_a_woman_chat_in_a_tavern_0009d087-7f8d-4de2-8207-02531081e3db.png[/img]
Lord Eduardo Byzantium de Poniente y Bribón, en su primera misión como Lord Susurros, acudió al puerto de Puerto Real, en el Condado de Aguascalientes. Fue vestido como marinero parroquiano, como solía vestir antes de reclamar su derecho de sangre. Se vio un poco limpio de más, pero daría el pego. Contrató a una ramera y quedó con un viejo conocido en una taberna del puerto, donde pasó la tarde y pagó varias rondas. Allí habló con algunos de los hombres del puerto, pudiendo conocer algunos hechos sueltos sobre la noche en que desapareció el barco.
Por lo visto, el barco era minúsculo y no portaba nada de valor en su interior que se supiera. Estaba allí como transporte para personas de alta alcurnia, a raiz del Consejo Noble de Puerto Real. El robo no tenía mucho sentido, ya que había muchos guardias en el puerto aquel día, para proteger al Consejo Noble de cualquier iniciativa nacional o extranjera. Quien lo hizo no podía haber venido de muy lejos, o le habrían visto llegar al puerto. Era alguien que ya estaba en Puerto Real.
Más interesante fue que ese mismo día desaparecieron dos marineros de la tripulación del Barón, ahora Rey. No era nada raro que los marineros que llegan a puerto desaparecieran unos días, borrachos como cubas después de largos viajes. Pero los marineros del barón eran unos mequetrefes sin experiencia y no tenían muchos motivos para escaparse muy lejos, y ya habían pasado muchos días desde el Consejo Noble y nadie los había vuelto a ver.
Era probable que hubieran sido sobornados, pero si no se les encontraba a tiempo, la cuestión sería más tenebrosa. Quién se arriesgaría a matar a dos hombres del barón, del Rey mismo, solo por robar un barco cutre. Es cierto que un barco era un bien valioso, pero asesinar a dos personas a sangre fría no se hacía a la ligera. Eduardo no creía que nada de valor fuese a salir de la investigación solicitada por el Rey, pero de pronto parecía que algo interesante podía estar pasando bajo sus narices.
#En paralelo a las investigaciones de Lord Susurros, en Baronburgo, Lord Jacobo Fredonia fue notificado de la desaparición de un barco y dos marineros de la Casa.
—Mi Señor, hemos perdido un barco y dos de nuestros marineros en las más extrañas circunstancias. Lo más probable es que el barco haya sido robado, pero es imposible que los dos marineros lo hayan hecho solos. Dos hombres no son suficientes para gobernar ese barco. O han recibido ayuda o están muertos —reflexionaba Gonzalo Estuario, capitán de las tropas de la Casa de Fredonia.
—¿Y qué opináis vos, Don Gonzalo? —respondió Lord Jacobo, con gesto serio.
—Con los debidos respetos, mi Lord, dudo mucho de la capacidad de esos dos marineros para organizar semejante robo. Además, sus esposas e hijos viven aquí, en Baronburgo, y supongo con certeza que no hubieran expuesto a sus familias a las represalias por tal acto. Creo que hay alguien distinto detrás de este vil acto.
—Bien. Vuestro razonamiento es lógico y lo comparto. Cierto es también que en los últimos tiempos nuestra Casa se ha ganado importantes enemigos. Sin embargo, no alcanzo a entender las razones por las que alguien robaría un barco de poco valor y mataría a sangre fría a dos de nuestros hombres —reflexionaba Lord Jacobo.
—Puede que hayan querido asustarnos, mi Lord, aunque desde luego nunca lo lograrían, y mucho menos de esta forma —respondió D. Gonzalo.
—En cualquier caso, D. Gonzalo, este acto es una afrenta a nuestra noble Casa y juro ante vos que las muertes de nuestros hombres no quedarán olvidadas. Quién sea que lo hizo pagará. De momento, no comunique nada a Su Majestad. Manda a tus mejores hombres a investigar en Puerto Real, a ver que descubren —concluyó Lord Jacobo, de pie.
—Descuide, mi Lord —respondió D. Gonzalo, haciendo una reverencia antes de abandonar la estancia.
#[b]En Baronburgo, días más tarde, Don Gonzalo regresó a Palacio para comunicarle a D. Jacobo Fredonia las novedades de sus pesquisas:[/b]
—Mi Señor, como vos mandasteis mis mejores hombre han estado en Aguascalientes intentando averiguar lo ocurrido con nuestros hombres y nuestro barco. Lo descubierto no va a ser de su agrado, mi señor: en una playa cercana, de difícil acceso, hemos encontrado, medio escondido en las rocas, el cuerpo sin vida de uno de nuestros marineros. Tenían signos de violencia —reflexionaba Gonzalo Estuario, capitán de las tropas de la Casa de Fredonia.
— Me lo temía, apreciado Gonzalo, me lo temía... si nuestro hombre está muertos, alguien debe haberlo matado. Y ese hombre más vale que sepa la que le viene encima, porque nadie ataca a nuestros hombres sin consecuencias. D. Gonzalo, confío en vuestras habilidades para encontrar a ese criminal. Entonces decidiremos que hacer —sentenció Jacobo.
— A vuestras órdenes, mi señor —respondió D. Gonzalo, haciendo una reverencia antes de abandonar la estancia.
#[Offrol, esto ocurrió justo después del consejo de nobles en el que se eligió al rey]
Los hombres de Isla, con el beneplácito de Isabel se colaron en el galeón de Miramar el día que está iba a partir de nuevo a sus territorios, conocían el barco al dedillo y sabían lo que tenían que hacer. Mientras el galeón que Bradduk había hecho traer de Isla se colocó de forma que nadie pudiera ver lo que pasaba por detrás de estos dos barcos y el pequeño esquife robado se ocultó a la sombra de estos dos.
El cadáver de Eltomash, debidamente amortajado, fue subido al barco vigilado por varios guardias del nuevo rey y portado por hombres de Isla, estos sabían exactamente por donde llevarlo para lograr que los guardias lo perdiesen de vista unos segundos, los suficientes para que dieran el cambiazo por otro cadáver que ya tenían preparado, el de uno de los marineros del esquife. Cuando hubieron dado el cambiazo y los guardias estaba fuera de la vista los hombres de Isla se apresuraron a subir el cadáver de Eltomash y lo lanzaron por la borda al esquifd que esperaba, este recogió el cadáver y lo hizo subir al galeón de Bradduk donde fue una vez más ocultado mientras ponían rumbo a Isla.
El esquife fue hundido a mitad de camino para evitar mayores sospechas.
#Un par de días después, cuando el Galeón llegó a Isla el cadáver fue descargado discretamente, lo que iba a hacer no tenía que ser de dominio público.
Llevaron el cadáver al patio interior de casa Paqui, local que había sido cerrado oportunamente para la ocasión y prepararon una pira funeraria.
Mientras el cadáver ardía los espectadores se sumieron en un silencio espectante, todos eran conscientes de lo que iban a cambiar las cosas ahora que el único rey Kyerista había fallecido.
[img]https://i.ibb.co/WGv7r8L/DALL-E-2022-09-24-13-48-21-A-group-of-sad-pirates-in-a-burning-funeral-real-image.png[/img]
Cuando el fuego comenzó a apagarse varias horas después Bradduk se levantó y se dirigió a sus compañeros:
- [i]Amigos, todos sabemos lo que la muerte del rey y el ascenso de su asesino al trono suponen para nosotros. Los buenos tiempos en los que podíamos dedicarnos a nuestros asuntos como nos pareciese van a llegar a su fin, el nuevo rey es un celote triedario que como viene siendo costumbre intentará imponernos sus lamentables creencias. Debemos ser fuertes amigos, vienen tiempos difíciles, pero ya nos hemos visto en las mismas antes, no es que sea nuestra primera batalla.[/i]
Los presentes asintieron y algunos incluso sonrieron ante los recuerdos de las antiguas batallas.
[i]Debemos ser más discretos que nunca - Bradduk continuó hablando. - Tampoco podemos permitir que un rey asesino y traídor dicte como tenemos que vivir, continuaremos haciendo nuestra vida, rindiendo culto a quien nos parezca y actuando como creamos correcto. No permitiremos que esos apestosos cigüeños se establezcan aquí y se lucren a nuestra costa.[/i]
[i]Amigos, ahora más que nunca debemos permanecer unidos. Que está sea la última ceremonia Kyerista que se haga en público no quiere decir que dejemos de ser lo que somos.[/i]
Todos aplaudieron y gritaron su aprobación, hoy más que nunca Isla era toda una gran familia.
#Habían pasado los días y no había noticias sobre el barco robado o el hombre desaparecido. A D. Jacobo de Fredonia le ocupaba mucho tiempo los pensamientos sobre este oscuro menester. Perdida la fe de hallar lo buscado, el heredero de Fredonia mandó suspender la pesquisa, pues esta no daba resultados.
No obstante, de golpe, le vino a la cabeza un recuerdo. Sólo una persona había abandonado el Consejo Noble en Puerto Real durante sus deliberaciones. Recordó que este, sin grandes gestos, se levantó de la mesa y abandonó la sala. Puerto Real estaba muy vigilado durante los días de celebración del Consejo, y sólo alguien con abolengo podría haberse movido por el puerto aquella noche sin levantar sospechas ni enfrentar incómodas preguntas de los guardias. No tenía pruebas, pero tampoco dudas de que el Barón de Isla podría estar involucrado. Las razones las desconocía, pero poco le importaban: supuestamente habría robado un pecio de la Casa de Fredonia y matado, como mínimo, a uno de sus hombres. La afrenta era suficiente para ignorar las razones que le había motivado.
Pese a su carácter beligerante, D. Jacobo era prudente como su padre y bien sabía que sin testimonios ni pruebas la Corona no se hallaba en posición de juzgar a los sospechosos. Así pues, sólo podía hacer una cosa, y eso hizo. Cogió papel y tinta y escribió unas cuantas comunicaciones que mandó a todas las posesiones de la Casa de Fredonia:
[quote][i]Se prohíbe, bajo pena de confiscación, la navegación de los barcos de Isla por los mares posesión de esta noble Casa, con la excepción de tantos buques comerciales como autorice el Consulado del Mar de Baronburgo a solicitud de sus comerciantes.[/i]
[i]Se prohíbe, bajo pena de arresto, el comercio entre el Señorío de Baronburgo y el resto de territorios de la Casa de Fredonia con la Baronía de Isla. Se ordena la expulsión, con pena de cárcel para el que se oponga, de tantos comerciantes isleños como haya en el Consulado de Mar de Baronburgo y el Consulado de Mar de la Villa de Noringa, en Norita.[/i][/quote]
Era una decisión simbólica, sin duda, pero no hacía falta nada más. Con razón o sin ella, la Casa de Fredonia había declarado su enemistad formal a los de Isla y, según las normas que rigen los mares, sus buques no podían ahora navegar por sus aguas.
#Una vez Bradduk se hubo enterado de la noticia decidió escribir al padre de D. Jacobo, el rey Gerold:
[quote]Su majestad Gerold I de Polesia,
He recibido noticias de que su hijo D. Jacobo ha prohibido navegar a las naves de Isla por sus mares so pena de confiscación, así como la expulsión de decenas de honrados comerciantes de Isla que se hallaban en Baronburgo realizando labores plenamente legales.
No se a que se deben estas medidas ni que imaginaria afrenta habran causado que su hijo se comporte así, pero como soberano de todos los poleses le pido que encauce a su hijo antes de que la sangre llegue al rio.
Espero noticias suyas o de su hijo en breve.[/quote]
#Cuando Su Majestad leyó la misiva del Barón de Isla no pudo contener la risa. Que la misma persona que había intentado burlarse de la Corona con el "trinitarismo reformado" exigiera al Rey, en tono casi amenazador, encauzar a su hijo le parecía cuanto menos divertido. Esta fue su respuesta:
[quote]Mi bienhallado Barón:
Desconozco las razones por las que mi primogénito ha decretado la prohibición para vuestros buques de navegar por nuestras aguas, y para vuestros comerciantes de mercadear en nuestros consulados del mar.
Empero, estoy seguro que usted tiene la capacidad para comprender que, como señores de Baronburgo y del Mar, tenemos la potestad de establecer las regulaciones que nos plazcan en nuestra jurisdicción, de igual forma que usted lo hace en Isla, dónde campan a sus anchas holgazanes y delincuentes bajo patrocinio de su Casa.
Por todo ello, apreciadísimo barón, vuestras exigencias están fuera de lugar y no se corresponden a vuestra dignidad. Cíñase al estricto cumplimiento de las normas o quedará usted a disposición de todo aquello que dicte la Justicia del Reyno.
#Isabel había sido advertida del mal trato que los Fredonia estaban dando al Baron de Isla. Después de todo, el Baron había sido quien había salvado a su padre de las manos de los trideidarios y de que lo descuartizaran, dándole un entierro conforme a sus creencias.
El poder de los teideidarios estaba disparado. Se habían alineado contra todos aquellos que no comulgaran con sus creencias; y el primero había sido el entrañable y borrachín pirata de Isla.
Isabel era una mujer con mucha fuerza interior y con mucho sentido de la justicia y enseguida reflexionó que el Rey se enfrentaba a Isla porque era pequeña y desprovista de fuerzas suficientes contra un Rey.
Así que pensó en hacer llamar a su hermano Eduardo, un chico algo cortito (en el limite considerarlo normal o retrasado) y le comunico que por fin había llegado su momento. Después de todo, el pobre Eduardo era un desgraciado borracho que solo servía para ocultar lo que Isabel necesitaba hacer de tapadillo.