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225312 Eltomash
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Enrique el minero llega a la ciudad con ganas de jarana

Enrique el minero, hijo de Eltomash el minero, había jurado venganza por la muerte de su amado padre y de Mendinguez. Y ahí, enfurecido, decidió comenzar a tomarse la justicia por su mano, viendo que la ciudad volvía a la normalidad contra la que tanto se había luchado.

Su padre, el minero, no le había hecho demasiado caso. Lo cierto es que el minero solía ir con meretrices e ignoraba a su mujer e hijo. La revolución y la paternidad son incompatibles, supongo. Pese a ello, había crecido en el barrio proletario y todo el mundo admiraba a su padre, lo que le había hecho sentir una suerte de "cariño" por él.

Cogió una caja de botellas de ron y se puso delante de palacio. En el mismo sitio que meses atrás había habido una guerra gritó para todas las gentes:

[quote]¡¡¡Todo aquel que quiera una botella de ron no tiene más que mear en la puerta de palacio!!![/quote]

Poco a poco los mendigos y los reventados de la ciudad fueron recogiendo su botella y meando. Enrique no paraba de gritar:

[quote]¡¡¡Todo aquel que quiera una botella de ron no tiene más que mear en la puerta de palacio!!![/quote]

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225312 Eltomash
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#Enrique agarró a Inés con suavidad, apretando su pecho contra el suyo. Su mano, que había reposado en la zona baja de su espalda comenzó a bajar lentamente, pero sin pausa, un poco más abajo. Con la otra mano le acariciaba el cuello con dulzura mientras su lengua iba conociendo la geografía de la suya.

El olor de su piel, como de jazmín, le impresionó de sobremanera. Con otras golfas hubiese comenzado ahí mismo, ante los muros del parlamento, un espectáculo zafio. Se contuvo: Inés le importaba.

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225312 Eltomash
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#Enrique estaba nerviosísimo. La temperatura era agradable, pero notaba humedad en su axila y sus pantalones. Tenía la boca algo seca y no paraba de intentar tragar. Cuando vio a la joven dijo:

[quote]Buenas noches. Debo confesarte que eres la mujer más hermosa que he visto nunca. Y, desde luego, no me parece que este sea el lugar para alguien como tú. Dicen los chismorreos que este no es un café o un bar, sino un lupanar. No quiero que tu honor ni tu honra queden manchadas por alguna mirada indiscreta que te sitúe en la taberna.

¿Podrías decirme tu nombre?

Me gustaría que diésemos un paseo. Podemos ir a ver el palacio del parlamento iluminado mientras charlamos. Tengo papel y pluma encima, descuida.[/quote]

225312 Eltomash
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#. @security_bot

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#[quote][color=#b20080]Podría hacerlo. Pero tendrás que ganarte ese derecho. [/color][/quote]
Y con una sonrisa desafiante, dispuso:

[quote][color=#b20080]Vayamos, pero no por la entrada principal, si no por el lado de los jardines, que estará más tranquilo para sentarnos y escribir esa famosa carta.[/color][/quote]
Dicho eso, se dio la vuelta y empezó a andar. Tuvo que contener la risa pensando en la cara de pasmarote que debía estas poniendo Enrique en ese momento, tratando de recuperar la iniciativa. Esperaba no haber sido tan dura cómo para que se cohibiera.


@Eltomash

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#Inés apartó instintivamente la cabeza. Quedaron los dos mejilla contra mejilla. Esa calidez, el olor a ropa limpia, su brazo fuerte rodeándola. No era correcto, pero era libre en ese parque, lejos de la mirada de su madre, y QUERÍA ese beso. Se quedó varios segundos así, luego posó su mano en la tensa espalda de Enrique, dejó resbalar su mejilla contra la de él, hasta que sus bocas quedaron a la par, y besó sus labios brevemente.

225356 security_bot
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#Tras unos momentos de aturullamiento, se apartó y dijo:
[quote][color=#b20080]Será mejor que vuelva a casa. Mis padres se harán preguntas si no llego a la hora de comer.[/color][/quote]
A pesar de las palabras, su mirada de cordero degollado dejaba claro que no deseaba que las horas pasaran. Cogió a Enrique de la mano, y tiró de ella hacia el centro de la calle, en dirección al barrio obrero.

225312 Eltomash
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#Cuando a Enrique se le acabó el ron, que fue pronto porque era más pobre que un piojo y los mendigos eran muchos en la ciudad, creyó que su [i]performance [/i]no había atraído la atención de demasiada gente y se agobió bastante. ¿Por qué no podía él tener el mismo carisma que su padre y que Mendinguez? 

Se le ocurrió que sería buena idea solicitar una reunión con el príncipe para aclararle todo lo que pensaba sobre él. Pensó que una carta sería buena idea, pero Enrique no sabía escribir. Su padre se había gastado toda la pasta en meretrices y la revolución y no había podido pagarle la educación básica.

Así que decidió volver a los bajos fondos a buscar a alguien que pudiera manuscribirle una carta. Se marchó andando al barrio y se fue encontrando con su gente: el piernas, el muela-rota, el drogata. Pero ninguno de ellos sabía escribir. Buscó y buscó: el cornudo, el borracho, y nada. No había manera de encontrar a nadie que supiese escribir.

Así que pensó:

[quote]No hay por aquí ni uno que sepa juntar cuatro letras? Quizá ese sea el problema real de Syldavia :roto2:[/quote]

225312 Eltomash
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#Enrique se topó con una muchachita, de no más de 20 años, que miraba atentamente a la muchedumbre que rondaba la plaza ya de madrugada. Parecía más curiosa que otra cosa, como quien nunca se ha asomado al barrio en una noche cualquiera. Como una de esas chicas de familia bien que cuando ven la lascivia y el vicio se les va la cabeza y arruinan la vida a toda su familia.

Enrique se fijó en ella porque era experto en golfas y esta no lo era. Todas las mujeres con las que se había relacionado en su vida o bien eran buscavidas y usaban a los hombres para alcanzar sus fines (hacen bien) o bien eran meretrices. Esta chica era la primera que no parecía ni lo uno ni lo otro.

Se acercó hasta ella y le preguntó:

[quote]Buenas noches. ¿Sabes escribir?[/quote]

. @security_bot

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#Inés Botero salió de casa de la modista, de quien estaba tomando clases. Esa semana estaban acabando un vestido de casamiento, a punto de agotar el plazo, y las alumnas más aventajadas se habían quedado hasta tarde ultimando los detalles de esa bonita pieza de costura. La novia era una joven del barrio muy bella, así que merecía la pena esforzarse en un vestido que iba a ser lucido con todo esplendor.

Agotada pero satisfecha, salió a la calle, frunció las mejillas al contacto con el aire fresco, y desandó el corto camino hacia su casa, apenas doblando la esquina, con los pensamientos confusos entre las telas semitransparentes y la fantasía del sabor de una cucharada caliente y sabrosa de la sopa que, se bien seguro, su madre le tendría guardada en caliente sobre la cocina. Cuando dobló la esquina, y la farola dejó de deslumbrarla para dibujar delante suyo su propia sombra, a cada paso más alargada y difusa, pudo distinguir una silueta en la otra acera, que la observaba. En unos poco pasos ágiles, lo que resultó ser un muchacho de aspecto aseaso, aún con un extraño olor a destilado de barrica, se plantó ante ella y, sin darle tiempo a formular medio pensamiento, le soltó:

[quote]Buenas noches. ¿Sabes escribir?[/quote]

Ella se quedó aturullada. Primero se ruborizó, luego notó que el aliento del muchacho no olía a borrachez. Algo más tranquila, notó que el chico era bastante bien parecido. Sin saber muy bien porqué, volvió a ruborizarse, ante lo que el muchacho le dedicó una sonrisa. Recordó que le habían hecho una pregunta, y su parte de niña le decía que no debía entablar conversación con extraños en la calle, y la jovem mujer que brotaba en ella deseaba conocer más de ese joven.

[quote][color=#b20080]Si, sé escribir. Pero, ¿con quién tengo el gusto de hablar?[/color][/quote]

[url=https://pol.virtualpol.com/perfil/Eltomash]@Eltomash[/url]

225312 Eltomash
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#Enrique la agarraba de la mano con firmeza, pero no fuerte. Cada diez o doce pasos giraba su cabeza para ver la melena de Inés moverse con el viento y el movimiento. Mientras iban entrando en el barrio se dio cuenta de que iba cambiando el gesto. Tal vez ir de la mano con Enrique no sería tan buena idea, así que se armó de valor y le dijo:

[quote]Inés, preséntame a tus padres. Creo que puedo convencer a Cecuri de que apruebe nuestra relación.[/quote]

225312 Eltomash
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#Enrique notó la fuerza con la que Inés le apretaba la mano. Sintió que la respaldaba rodeando mejor con sus dedos su pequeña mano.

La siguió hasta la puerta de su casa y allí, sin que hubiera opción a dar marcha atrás, Inés abrió la puerta de su casa.

Antes de que cruzara la delgada línea que separaba la casa del rellano, pero tan grande en lo emocional, Enrique buscó su mirada y le dijo muy suavemente:

[quote]Estoy contigo. Podemos hacerlo.[/quote]

Y ahí, sentado en su butaca, estaba Cecuri. Su madre saludaba desde la cocina a su hija, sin apartarse de los fogones.

225312 Eltomash
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#Enrique parecía un pasmarote. Había visto acercarse una joven muchacha, de piel blanca, refinada y bella, distinguida. Si la frase “qué hace una chica como tú en un sitio como este” hubiese sido inventada en este siglo, podéis tener por seguro que la hubiera usado.

Si él hubiese sido médico, escribano o noble hubiese puesto la ciudad a sus pies. Le hubiese regalado la luna, pero Enrique era Enrique, y solo había tratado con furcias hasta el momento. No sabía muy bien cómo dirigirse a ella ni qué responder. 

De pronto le invadió un miedo atroz a tartamudear. Notó humedad en su frente y temió sudar. Cuando por fin se atrevió a responder a la chica pensó en la reacción de ella al saber que era hijo del minero. A saber qué le habrían contado sobre su padre. Pero ante la mirada de incredulidad de la chica tuvo que abrir el pico atropelladamente.

[quote]Soy Enrique, el hijo del minero. He bajado de las montañas a la ciudad para hacer justicia tras la muerte de mi padre.[/quote]

Ahí supo que quizá la había cagado.

[quote]No soy violento, quiero dejarte eso claro. Solo te he abordado para enviarle una carta al príncipe, pero no sé escribir. Quiero reunirme con él para zanjar el dolor que ha causado.[/quote]

« Solo te he abordado » y se sintió el ser más estúpido, incluido los unicelulares. Estaba ante la chica más hermosa de la ciudad, pero la había [i]abordado[/i] y encima solo para obtener un favor de ella. 

[quote]Perdóneme por mi atrevimiento. Ahora que la veo tengo que decirle que es la mujer más bella que he conocido jamás. [/quote]

Y le echó arrestos a la cosa:

[quote]¿Se tomaría conmigo mañana un café en un lugar distinguido para escribir la carta? El placer de su compañía será todo mío.[/quote]

225312 Eltomash
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#. @secutiry_bot

221993 Chiribito
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#Venía la Paca del puerto con uno de sus muchachos cargando unas telas recién traídas de oriente para confeccionar unos vestidos nuevos a sus muchachas cuando, de repente, vio que se acercaban dos jóvenes cogidos de la mano y se dijo a si misma:

[i][color=#d900a7][size=4]"¿No es esa la hija del Cecilio?, ¿Y ese joven? ... Se me hace cara familiar. Ya le preguntaré a Cecilio cuando venga por la taberna. [/size][/color][/i]

[i][color=#d900a7][size=4]¡Qué bonitos los comienzos de toda relación! Pero al final, ese acabará como todos, cansado de lo que tiene en casa y buscando el entretenimiento de mis muchachas."[/size][/color][/i]

221993 Chiribito
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#Apenas  vio entrar al muchacho, la Paca, que las matemáticas no se le daban mal, y las de la vida menos, comprendió que a aquellos dos jovenzuelos enamorados no les había ido muy bien con los padres de ella. 

En cualquier otra circunstancia, habría lanzado a cualquiera de sus muchachas al asalto de su bolsillo, pero le dio pena y envió a la más empática de todas ellas para que le diera conversación y lo consolara, eso sí, algunas monedas habría de sacarlo en bebidas. Y oye, si el muchacho quería más pues era cosa suya, que al final para eso estaban ellas ...

225356 security_bot
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#Inés quedó entre decepcionada y entiernecida, al ver a ese varonil ejemplar hablando cómo un patán pueblerino. Su primera reacción fue responder un "No, lo lamento." y seguir andando, pero le picó la curiosidad la idea de correr una "aventura" y transgredir la conducta moralmente intachable que se le suponía, aún que fuera simplemente tomar un café con un muchacho sin pedir permiso a sus padres. Además, con un chico tan adorablemente patoso, seguro que no había peligro. "Ni siquiera sabe mi nombre", pensó. Con su anonimato, la reputación estaba a salvo, si el encuentro tenía lugar fuera del barrio.

[quote][color=#b20080]Está bien. Mañana a la doce y media en la taberna de la Paca. Traiga pluma y papel.[/color][/quote]

Dicho esto, empezó a andar de nuevo, ignorando al joven y sin darle tiempo a responder. Excitada por estar jugando con un poder intuido pero nunca ejercido, se dirijía a su casa pensando en la cita del día siguiente. El vestido de novia y la deliciosa cena que le esperaba en casa habían desaparecido totalmente de su pensamiento.

221993 Chiribito
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#Zoraida, que así se llamaba la muchacha, mirándolo con una sonrisa entre maternal y lastimosa, tras indicar a uno de los camareros que dejase una jarra de vino y agarrase la moneda, le dijo:

[b][color=#ff30dc]Eres joven y apenas estás empezando a recibir los palos que da la vida. Muchos de estos palos nos vienen de por sí, otros nos los buscamos. Yo creo que debes establecer tus prioridades y luchar por aquello que amas, pues de lo contrario siempre lamentarás lo que pudo ser y no fue por tu falta de arrojo.[/color][/b]

[b][color=#ff30dc]Si quieres a esa muchacha y eres correspondido debieras luchar por ella. ¿Qué impide vuestro amor?[/color][/b]

225312 Eltomash
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#Enrique quedó paralizado a recordar a Inés, inesita Botero, aquella niña risueña y encantadora con la que trataba de tontear siempre que podía. Y ahí la tenía, tan mujer, tan bonita, que se levantó tras ella:

[quote]¡No me lo puedo creer, Inés! En cuanto te vi aquella noche sabía que debía hablarte, pero no te he reconocido. La última vez que te vi eras tan pequeña y risueña… 

Enrique se acercó a su rostro, la agarró suavemente del pelo y la nuca, y la besó [/quote]

225312 Eltomash
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#Enrique llegó muy nervioso a la taberna de la Paca. La conocía bastante bien, pues había estado muchas veces. En otros tiempos iba a puerto y ayudaba a descargar los barcos que llegaban a la ciudad y, a cambio, le daban unas monedas que solía gastar ese mismo día en la taberna. 

Allí, delante de la puerta, por donde salía un tufillo a alcohol y a perfume barato cayó en que había metido la pata. No sabía cómo se llamaba la chica y temía que las chicas de la taberna comenzaran a saludarle. ¿Qué iba a pensar la chica entonces?

Se había vestido bien. Bien para ser quien era: hijo de una viuda que había malgastado unas cuentas monedas en rol inútilmente. Al menos había podido lavarse (no hacía demasiado frío y había soportado echarse un par de cubos encima). Su madre tenia un poco de jabón que había utilizado Enrique.

Entró a la taberna. Rápidamente se dio cuenta de que la chica nunca habría entrado sola, para no ser confundida con una prostituta, pero le sirvió para reafirmar sus miedos. Una vez dentro, una de las chicas, la “desdentada” se acercó a él y le preguntó si quería volver a pasar un buen rato. Se puso blanco y la rehuyó rápidamente.

Volvió a salir a la calle y le esperó mirando a ambos lados de la calle. @security_bot

225356 security_bot
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#Inés se había excusado antes de tiempo de casa de la modista. Con la excusa de hacer unos recados en el mercado por cuenta de su madre, se había zafado de la estrecha vigilancia de su mentora, y se había dirigido hacia el centro. De camino a la Plaza, iba con pies de plomo, escudriñando las caras de toda persona con quien se cruzara, lista para disimular su identidad en caso de ver un rostro familiar.

Tuvo suerte, y a esa hora sólo encontró algunas vecinas volviendo del mercado, demasiado concentradas en comentar los chismorreos recién adquiridos sin por ello dejar caer los víveres que acarreaban. Con dar un pequeño rodeo esquivando el camino más corto, logró pasar desapercibida.

Al pasar de largo el mercado, se sintió más segura, y un pensamiento de libertad le proporcionó unos andares saltarines. Tras percatarse de que estaba provocando alguna mirada curiosa de hombres de mediana edad, se ruborizó y dejó de lado su arrebato infantil, centrándose en moverse cómo una mujer adulta, pero sin atreverse a contornear los muslos cómo había visto hacer a las mujeres de moral distraída. Enseguida llegó a la terraza del local de variedades de la Paca. A esa hora, las "varietés" todavía no estaban a la vista, y la clientela se veía bastante compuesta, y tratando con bebidas suaves cómo cerveza o vino de Jerez. Y allí estaba él: plantado al lado de la puerta, buscando intensamente algo con la mirada, todo alrededor, hasta que sus ojos se encontraron la la expresión del muchacho cambió. Cómo quien se quita un peso de encima, sus facciones se relajaron y le dedicó una tímida sonrisa. Con un gesto vacilante, la saludó mientras se acercaba.

[quote][color=#b20080]Espero no llegar tarde[/color][/quote]
dijo ella, a modo de saludo. No era muy correcto que una señorita llevara la voz cantante en una conversación. Cuando el joven @Eltomash negó con la cabeza, pudo ver que tenía un pelo bonito, y que olía a limpio. Le causaba una impresión... agradable.

225312 Eltomash
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#Enrique se pasó todo el camino hasta el parlamento mirándola como un idiota. Fantaseando sobre su nombre: patricia, María, Laura… No podía dejar de pensarlo y mirarla. Caminaba casi bailando, de forma rítmica y sincronía. Fue la primera vez que se imaginaba una mujer como un ser estético y bello, y no como un cacho de carne.

Cuando llegaron había un banco rodeado por un par de rosales y le indicó que se sentara ahí con la mano. Ella accedió y se pusieron frente a frente el uno con el otro. Enrique solo podía mirar a sus labios y se dio cuenta de que ella se percató.

Cuando rompió a hablar, más bien cuando se atrevió a abrir la boca, quiso decirle que quería plantarle cara al Príncipe Antuan, quería decirle el daño que le había hecho el poder, quiso contarle todas las penurias que había visto, pero no podía. No podía poner toda la mierda que sabía al lado de la chica más bonita que había visto en su vida.

De pronto, todo el odio y el rencor dejaron paso a una esperanza. A una idea: una vida con ella. Y lo verbalizó:

[quote]Hasta hace unas pocas horas quería escribir esa dichosa carta y plantarsela al príncipe. Pero me he dado cuenta de que la guerra de mi padre quizá no sea la mía. Quizá la venganza no sea lo que deseo. 

Creo que preferiría hablar contigo, conocerte, antes que liarme a garrotazos en Palacio.

Y, ahora, preciosa desconocida, ¿cómo te llamas? Me encantaría saber de ti.[/quote]

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#Ella leyó el rostro del chico. Parecía sincero, y eso le gustó.

[quote][color=#b20080]Está bien, has sido sincero conmigo y te has ganado saber mi nombre. Aún que me defrauda que no te acuerdes de mí, a pesar de que te fueras a trabajar a la mina hace ya algunos años, y no nos hayamos visto desde entonces. Soy Inés Botero, vecina tuya del barrio. A veces los de tu pandilla venías a molestar a las chicas, cuando estábamos jugando en el lavadero. Todavía recuerdo la cara de susto el día que mi madre te amenazó con la tabla de fregar, cuando me salpicaste todo el vestido nuevo con el agua de lavar.[/color][/quote]

Mientras decía eso, Inés se levantó y, fingiendo blandir la tabla de su madre con la mano, persiguió a un niño imaginario hasta el árbol más próximo. Se quedó allí, medio asomada tras el árbol, y siguió hablando, esquivando la mirada del chico:

[quote][color=#b20080]Yo tampoco te reconocí la otra noche, pero hoy he recordado de qué me sonaba tu cara. ¿De verdad no te has dado cuenta de quien soy, o sólo era un pretexto para lanzarme palabras bonitas y algo desvergonzadas?[/color][/quote]

225356 security_bot
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#Paró de andar. Sus padres... Estaba viviendo una aventura, por fin, sin la supervisión de su madre ni el beneplácito de su padre. No estaba dispuesta a renunciar tan rápido a ese rincón de libertad en su vida. Sus fuertes emociones por Enrique le hacían sentir los latidos de su corazón en todo el cuerpo, y la mente pensaba con dificultad. Su consciencia, tonada de repente por una sensación de necesidad, de urgencia, de no estar dispuesta a soltar nunca más ni por nada esa mano que sujetaba la suya.

Tenía dos opciones: seguir viendo a Enrique en secreto, traicionando la confianza de sus padres y poniendo en peligro la reputación de toda la familia, o bien mostrar las cartas, e intentar convencer a su madre para que le dejara salir de casa sin carabina, y a su padre de que consintiera un noviazgo formal.

Cuando cruzaron la carretera y llegaron a los primeros edificios de su barrio, no tuvo valor para soltarse de la mano. Todos los vecinos serían testigos. Para bien o para mal, la suerte estaba echada. Tendría que exponer sus intenciones abiertamente. Apretó con más cuerza la mano.

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#Cecilio Uriel Botero estaba sentado en su sillón, escondido tras el periódico y sobrevolado por una nube de humo que emanaba de un puro encendido que fumaba sin prisa, esperando la hora de sentarse en la mesa. Al escuchar el ruido de la puerta, dobló el diario con un gesto automático y giró la cabeza hacia la puerta del recibidor aguardando, con una sonrisa, la aparición de su hija. Pero el infortunio venía a encontrarle por segunda vez en un mismo día: en el trabajo, la agitación de los trabajadores; y en casa, una hija casadera dejada llevar por las inquietudes juveniles que para por alto toda recato y prudencia trayendo a casa, de la mano, a un joven sin invitación. Cecuri se levantó de un salto, la ceniza cayó sobre su traje de forma inadvertida y blandiendo su puro cómo si fuera vara de hechicero ahuyentando los malos espíritus que habían tomado posesión de su hija, se quedó sin palabras.

El rostro de Inés fue apagando su sonrisa original al ver la reacción o, mejor dicho, estupefacción que se había adueñado de su habitualmente imperturbable padre. En ese instante apareció su madre, extrañada de tanto silencio. Bianca miró a su hija, a su acompañante y a su marido, en este orden. Medio segundo le bastó para sorprenderse, indignarse por el atrevimiento de la niña, avengonzarse por los vecinos, entender a su hija y preocuparse por un posible infarto de su marido. Se sobrepuso a la situación con un estilo envidiable, saludando a los recién llegados. Saludó amablemente, le pareció reconocer al pequeño Enrique entre las facciones del jovenzuelo. Con extrema habilidad, consiguió desembarazarse del muchacho tras que Cecilio consiguiera encontrar aliento para pronunciar un escueto saludo. Quedó invitado el joven a tomar café el domingo y lo despidió con amabilidad. Y es que el saber hacer de la señora Bianca en las relaciones humanas estaba a la altura del de su marido en el campo de la organización y los números. Reclamó la ayuda de Inés en la cocina mientras su marido se servía un jerez con aire derrotado. Tras reencender el puro y dar un par de tragos a la copa, Cecuri decidió dejar hacer a su esposa en este asunto. De todos modos, que el chico se hubiera presentado en la casa, aún que maniobra torpe, denotaba honestidad y voluntad de hacer las cosas bien. No parecía mal chico, en los tiempos que corrían, y hasta el mismo Cecilio provenía de familia humilde. Decididamente, si el joven tenía cualidades y voluntad,él pondría de su parte para que prosperara en la vida, igual que él había hecho.

@Eltomash

225312 Eltomash
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#Enrique salió con la sensación de que nada había ido como esperaba. Un saludo frío del padre, una invitación que, aunque de forma muy cortés, le invitaba a marcharse y el rostro de su Inés al ver la reacción de sus padres bastaron para que se sintiese fatal. Una ansiedad antes desconocida en el cuerpo de Enrique le atravesó y comenzó a inventar un futuro gris: "sus padres la castigarán por aparecer con un hombre en casa", "será el cotilleo del barrio", "no querrá volver a verme".

Agradeció la invitación a tomar el café, se despidió de la familia con los pocos modales que había aprendido viendo a las clases más pudientes en los cafés y otros lugares dónde él era mero espectador, se giró, miró a Inés, buscando sus ojos, que encontró mucho más tristes de como los esperaba. Susurró: "espero verte pronto". No obtuvo respuesta, dio un par de pasos hasta salir al rellano y la puerta se cerró tras él. Se volvió a girar y quedó petrificado por un segundo. Salió a la calle.

Y ahí estaba Enrique, caminando por la calle, alto taciturno y bastante melancólico. Caminaba sin rumbo.

¿Qué hace un joven cuando todo parece que le ha ido mal?

Ir a echar unos tragos. Allí se dirigió, a la taberna. Con un par de monedas en el bolsillo. @chiribito

225312 Eltomash
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#Cuando llegó la muchacha que había enviado la Paca, Enrique le pidió amablemente que se sentara, pero le dejó claro que solo para hablar. Pidió unos vinos y arrojó una de las dos monedas que tenía en el bolsillo. Se guardó una porque, aunque enamorado, su educación había sido bastante pobre y no pensaba que yacer con unas de las chicas de la Paca fuese de ninguna manera serle desleal a Inés.

Dio un largo trago al vino que le acababan de servir y comenzó a hablar:

[quote]Yo dejé mi casa, con mi madre, con la idea de vengar a mi padre. Fui ante el palacio, oriné en la puerta, grité improperios al príncipe, idee hasta la forma de entrevistarme con él. Y aquí me encuentro, medio enamoriscado y fracaso en mi misión.

Apenas tengo un poco de dinero para estos días, y lo cierto es que no sé cómo seguir. Una chica me espera, ¿sabes?

No sé si debería luchar por ella y conseguir su mano o vengar la muerte de mi padre. ¿Qué opinas tú?[/quote]

225312 Eltomash
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#Enrique salió del lupanar algo mareadillo, con los bolsillos vacíos y los testículos llenos. Pensó, o quizá murmuró en voz alta, que no había salido tan perjudicado: no le quedaba dinero, pero no había sucumbido a la carne de las chicas de la Paca. Una de dos, ni tan mal.

Volvió a su catre para dormir la mona y ver pasar el tiempo hasta su ansiado reencuentro con Inés. Cuando se acostó en la cama y cerró los ojos la habitación empezó a darle vueltas y tuvo que volver a encender el candil para que no le entrara la náusea. Allí, medio mareado y totalmente alcoholizado abrió el cajón de su mesilla de noche y observó que solo le quedaba una moneda. Una moneda que no podía desperdiciar y que usaría para llevar un dulce y unas flores a la casa de Inés. Pensó que eso harían los hombres buenos y decentes.

El domingo se levantó temprano de su siesta y se encontró con su mejor camisa planchada con almidón por su madre. También su pantalón con la raya marcada y los únicos zapatos decentes que tenía su padre. Recién lavados. Su madre le estaba ayudando a causar buena impresión. Además, la pobre infeliz había bajado a la fuente a por agua y la había hervido, para que su hijo pudiese darse un baño.

Poco se había hablado de Eulogia, la madre de Enrique y viuda del minero. Una mujer de las de antes, acostumbrada a servir y a los palos. Todos la compadecían por haber perdido a su marido, pero ella nunca había llorado al minero. No era más que un borracho revolucionario sin oficio, ni beneficio. Aprovechaba para ir con meretrices cada vez que caía una moneda en sus manos y, de no quedarle más remedio, iba con su esposa. Eulogia había sentido alivio, no pesar. Ahora era viuda y nunca más tendría que soportar a un marido. Solo le faltaba casar a su hijo para poder dedicarse a lo que siempre hubo soñado: irse a la mar y no volver nunca a Syldavia.

Enrique se vistió, besó la frente de su madre y marchó hacia la casa de Inés. Por el camino le azotaron las dudas: ¿me olerá el aliento? ¿Pensarán que no soy bastante para su hija? ¿Sabrán que soy hijo del minero?

Entro a la panadería donde otrora se habían comprado los pastelitos envenenados para los guardias, cuando la huida del minero y de Mendinguez de la cárcel. Compró una docena de pastelitos y pagó con la moneda. Pensó que le sería devuelto un poco de cambio, pero no fue así. No podría llevar flores.

Llegó a casa de Inés, subió las escaleras, tocó a la puerta y se presentó: soy Enrique. @security_bot

225356 security_bot
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#Aún que las primeras impresiones fueron chocantes, Inés no se encontraba en una situación tan complicada cómo se podía creer en el momento que cruzó la puerta de casa acompañada. Al fin y al cabo, sus padres ya llevaban muchos años en el mundo, y habían visto bastante de todo. Acudir a casa de la mano de un chico era mucho más inofensivo que volver con un bombo, cómo alguna que otra de sus conocidas había hecho, sin importar en absoluto la condición social. Su madre, muy en el fondo, la entendía. Su padre, acostumbrado a los tratos comerciales, sabía que era necesario ceder en ocasiones para lograr un acuerdo fructífero. Que la niña fuera cortejada de forma respetuosa por un joven de su edad y procedente de una estirpe que, si bien no gozaba de buena posición, al menos era conocida por su lealtad a unos ideales, y la viuda del minero siempre se comportaba muy recatadamente, a la vez que económicamente tenían asegurado su sustento básico, descartando la posibilidad de que fuera un noviazgo por interés.

Las aguas se habían calmado en casa de los Botero. Inés se había arreglado un vestido marrón añadiendo unos detalles verdes, secretamente recordando los colores de los árboles y plantas que les rodeaban ese día que probó los labios de su galán. Su madre había preparado el servicio de café en la sala de estar, y tenía la cafetera preparada para ponerla al fuego tan pronto llegara el invitado. Cecuri, a pedido de su esposa, había cortado algunos flores frescas del patio y las estaba poniendo en agua, para adornar la mesita. Sospechaba que la petición era una simple excusa de su esposa para sacarle de la casa para tener unas palabras a solas con Inés. "Mujeres" pensó, mientras aprovechaba la salida al aire libre para tomar un poco el sol. Le hacía recordar su juventud y el trabajo al aire libre.

Inés no sabía si estar contenta, preocupada o nerviosa. Sabía que esa tarde tenía que jugar bien las cartas para tener una posibilidad de futuro con Enrique. Llamaron a la puerta, y su madre fue a abrir. Desde la sala se escuchaba un intercambio de saludos, y enseguida Bianca invitó a Enrique a pasar mientras le guardaba el abrigo y llevaba un paquete hacia la cocina.

A Inés se le aceleró el corazón al ver ese chico tan guapo, con el abundante pelo bien peinado, con zapatos relucientes y una camisa tan bien planchada cuyas únicas curvas eran las que marcaban los músculos que se intuían debajo de la tela. Inés se puso totalmente colorada y le subió la temperatura hasta el punto que se sentía derretir. Se obligó a contener los pensamientos enfocados en las formalidades sociales a cumplir para que la velada tuviera el desenlace social deseado, y dejar para otro momento el desenlace sensual deseado.

Bianca se aclaró la garganta, Inés se dio por aludida e invitó a sentarse al invitado. Su padre entraba por la puerta del patio con un atajo de pequeñas flores rojas. Esa visión de Cecuri en actitud tan poco varonil, rebajó instantáneamente el nivel de tensión en la sala, y se sentaron alrededor de la mesa a esperar la llegada de la cafetera. Bianca apareció con una bandeja de dulces. "Enrique ha sido muy amable trayendo este obsequio" dijo, mientras la dejaba en el centro de la mesa. Tenían muy buena pinta. La señora de la casa, con la mayor naturalidad, fue tejiendo una conversación insustancial de la que iban participando todos. Cuando el sonido y el olor a café inundaron la sala, Bianca acudió en busca de la cafetera y la lechera. Volvió con ellas justo cuando Cecuri terminaba uno de sus chistes sin gracia, de que sólo se rió Inés (y no del chiste en si, si no de la poca gracia de su padre al contarlo). Parecía que Enrique ni se había enterado del tema del chiste, mirando cómo reía Inés, con una carcajada suave y alegre, y la melena agitándose rítmicamente. Cecuri, entre desconcertado y distraído, acercó la mano a la bandeja, pero su esposa fue rápida y le hizo apartarla de un breve manotazo. "Los invitados primero" dijo, con con una medio sonrisa. Cecuri esperó mirando con cara de niño obediente cómo su esposa llenaba la taza del joven.

Cuando todos tuvieron delante una taza humeante de sutil vapor y sugerente aroma, Cecuri decidió entrar en materia con la frase:

[quote][color=#00369b]Y bien, Enrique, ahora que has decidido volver a la ciudad, ¿Qué planes tienes para el futuro?[/color][/quote]

Aprovechó la conmoción causada por sus palabras para apoderarse, por fin con éxito, de una una pieza de bollería. Tras unos segundos de tenso silencio, el rumor del pastelillo siendo desgarrado por las fauces de Cecuri tomó el control de la habitación sin que ningún otro sonido le disputase la conquista de ese espacio. @eltomash

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#Cuando Enrique vio aparecer a Cecuri con las flores, toda la tensión que llevaba se vino abajo. Un hombre que comandaba decenas de cuadrillas con puño de hierro, postrado ante las peticiones de su mujer, con un ramo de flores en las manos y sometido al interdicto pastelero de su esposa no podía de ninguna manera asustar a nuestro joven coprotagonista.

No podía decirse que Enrique no se esperase la pregunta. Sabía que la preocupación de todo padre es la bondad y el oficio del pretendiente. Bondad, tenía, porque a pesar de haberse criado con un tirano había tenido la suerte de tener una madre maternal, cariñosa y bondadosa. El oficio ya era otro cantar: ¿revolucionario? ¿pensador? Lo cierto es que Enrique no había tenido ocasión de arremangarse más de dos seguidos en una fábrica o en un muelle.

Antes de la visita estuvo durante horas meditando qué contestaría a esa pregunta. Podía elegir su camino, pues lo que dijese sería de facto lo que tendría que perseguir si quería desposar a Inés. No tenía talento para la política, ni siquiera conocimientos suficientes para diferenciar a un charlatán de un sabio. Tampoco tenía talento para comandar a nadie, como había tenido ocasión de aprender en su burdo intento de asaltar a base de orín el Palacio.

¿Entonces para qué era bueno?

Por primera vez, ser hijo del minero le trajo una bendición: había vivido toda su infancia rodeado de minas entre las montañas, donde los niños clasificaban el carbón según su calidad. El mejor, normalmente, se marchaba en barcos a otros países y el peor se quedaba en Syldavia. Y Enrique era de los más aventajados: porque sabía que si era eficiente en esa tarea no tendría que bajar a los pozos a picar el mineral, respirar polvo y aguantar un calor inaguantable.

Y le contestó:

[quote]Quiero comenzar dándoles las gracias por invitarme. Especialmente a usted, doña Blanca, por organizar esta merienda tan estupenda. 

Me encuentro actualmente en la búsqueda de un empleo, Don Cecuri. Me he criado en las montañas, entre las minas. Allí trabajaba seleccionando el carbón y clasificándolo en función de su poder calorífico y sus impurezas, para la exportación. Mi padre, que en paz descanse, antes de convertirse en un revolucionario trasnochado fue minero toda su vida y me enseñó todos los secretos del mineral. Puedo asegurarle que sé diferenciar una turba de una antracita solo por el olor; así como saber de una hulla llena de azufre a otra sin éste solo por su untuosidad.[/quote]

Tomó un sorbo de café (que era más bien achicoria) y le devolvió la pregunta:

[quote]Me gustaría pedirles, humildemente, permiso para entablar un noviazgo con Inés.[/quote]

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#Cecuri se rascó la barbilla, que todavía se movía verticalmente mientras terminaba de masticar el último pedazo de la ofrenda. Se puso en guardia su faceta de negociador, y empezó su discurso:

[quote][color=#00369b]Enrique, entiendo que los sentimientos de juventud son fuertes, pero estoy seguro de que entiendes que no puedo aceptar para mi hija un marido sin empleo ni otra alternativa económica que os permita estableceros por vuestra cuenta. Aún así, tu gesto de venir a vernos y presentarnos con franqueza tus intenciones nos agrada.[/color][/quote]

La cara de Enrique se había vuelto de piedra, en este momento, e Inés estaba pálida y a punto de romper a llorar, a pesar de los esfuerzos por contenerse ante la presencia de los demás.

[quote][color=#00369b]Pero aún que deba preocuparme de lo práctico, no soy ajeno a los sentimientos de mi hija. Si bien no me desagrada la idea de un matrimonio entre vosotros, no puedo acceder en las actuales circunstancias.[/color][/quote]

Dijo estas palabras con toda rotundidad. Inés apretaba con fuerza el brazo de su madre, sin darse cuenta. Antes de que el pobre Enrique lograra contestar, Cecuri levantó la mano con autoridad, interrumpiendo los balbuceos del joven, y añadió, esbozando una media sonrisa de pícaro:

[quote][color=#00369b]Así que te espero mañana temprano en la NaSy, y veremos si eres lo bastante útil para merecerte el jornal. Ah, y gracias por los pasteles. Mi esposa opina que no debo comerlos, para mantenerme así de atractivo.[/color][/quote]
A lo que añadió un guiño de ojo. A continuación se levantó  para despedirse y se trasladó al despacho, dejando a las mujeres solas con el invitado. @Eltomash

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#Eltomash marchó educadamente de la casa, agradeciendo el buen rato echado, la oferta de trabajo y el café, tan caliente como aromático. Cuando tuvo tiempo de descansar informó a su madre de su nuevo oficio en la NaSy y esta rompió a llorar. La pobre mujer tenía tanto miedo a que su hijo se convirtiese en un auténtico haragán revolucionario trasnochado que, de saber que iba a ganarse la vida decentemente, no podía parar de llorar.

A los dos días se preparó para ir a la NaSy. Se puso su viejo mono del carbón, sus botas y su pañuelo alrededor de nariz y boca para protegerse de los polvos que tantos muertos habían dejado en las montañas. Y ahí estaba, preparado. Listo para convertirse en un hombre de provecho y desposar a su Inés.

Llegó a la NaSy y se presentó ante los obreros que había ahí reunidos. Caminó hacia las oficinas para a buen seguro encontrarse con Cecuri, o con hubiese delegado, y empezar la faena.

Vio cierto revuelo en el puerto y oyó por lo bajini que había habido muchas bajas por culpa de la epidemia en la ciudad. @security_bot

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#Cecuri estaba despachando con los agentes de aduanas, cuando el portero le anunció la llegada de una visita, un tal Enrique. El pobre hombre, ya viejo y medio ciego, no había reconocido al hilo del célebre Minero, al que había admirado y seguido en la lucha, ya hacía algún tiempo.

[quote][color=#00369b]Ah, si, le esperaba. Dile que aguarde unos minutos en el vestíbulo, que enseguida termino con estos caballeros. Gracias Terencio.[/color][/quote]

Tras algunas conclusiones de la reunión, unas palabras de despedida y la promesa, que se borraría en el tiempo, de invitar a unas cervezas, fueron bajando hacia la salida, Dónde esperaba Enrique. Los agentes lo miraron con media curiosidad al cruzarse con él en el vestíbulo, pero sólo eso, y luego salieron a la luz del sol que calentaba la calle.

[quote][color=#00369b]Buenos días, chico. Ven conmigo, y veremos de qué puedes servirnos por aquí.[/color][/quote]

Recorrieron un pasillo flanqueado por pequeñas oficinas y otras estancias menores, y llegaron a su extremos, dónde una puerta de madera dejaba entrar algo de luz por sus cristales superiores. Tras la puerta, se encontraron el patio de la Naval Syldava: grande, abierto, sucio. En un lado, los almacenes; al otro, apilamientos de materiales de construcción para los barcos, cómo maderas, barriles de brea, barras de hierro... y justo al lado, las dársenas del astillero. Grandes cómo la nave de una catedral, puesta boca abajo. En ese momento, en una de ellas estaban reparando algunos pesqueros, por eso humeaban fogatas dónde calentaban la madera humedecida para poder darle forma, o calderos dónde borboteaba la brea con la que iban calafateando las barcas que ya estaban casi listas para volver a darse un chapuzón en las frías aguas que aguardaban al extremo de la dársena, separadas apenas por unas pulgadas de madera, que conformaban las compuertas que contenía tras de si toda la fuerza del mar, dando un espacio al hombre para domar los elementos y crear maravillas técnicas con las que desafiar la naturaleza.

Quizás no era gran cosa, pero para Cecuri, significaba mucho, la Naval Syldava.

Hizo una señal con el brazo a un hombre que no era muy corpulento, pero si que se le veía en forma...

[quote][color=#00369b]Roberto, hoy tendrás un nuevo ayudante. Viene de las minas, veamos lo que sabe de carbón. Llévale a la montaña del holandés, a ver qué encuentra.[/color][/quote]

Volviéndose hacia enrique dijo:

[quote][color=#00369b]El capataz, te dará dos sacos vacíos. Tu los llenarás con carbón de la pila que dejó el carguero holandés cómo pago por nuestros servicios. Tienes veinte minutos, mientras me tomo el desayuno, para llenar un saco con carbón de la peor calidad, y otro con el de la mejor calidad. ¡A trabajar![/color][/quote]


Dicho esto, se giró y volvió hacia el edificio de oficinas, pensando en la taza de café caliente que le estarían preparando en ese momento. Sin olvidar, claro, alguna pasta o bollo que la secretaria le habría traído para acompañarlo. @Eltomash


[i]NOTA: Esta prueba puede servir para ganarse el favor de Cecuri, que valorará el ingenio y la astucia para lograr un buen resultado en la prueba. Pero eso no vale de nada sin honestidad.[/i][i] Se requiere rolear las acciones de Enrique para lograr llenar correctamente los dos sacos.[/i]

225312 Eltomash
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#Post 1/2

Enrique se quedó atónito: pensó que sería recibido en la NaSy como un gran experto del carbón y que sería colocado en alguna misión crucial en la compañía. Nada más lejos de la realidad. El trabajo en la naviera no iba a ser de color de rosa y tendría que demostrar su valía.

Después de todo lo que estaba en juego no era ya un trabajo o un salario. Era la mano de Inés. Cuando un hombre está enamorado es capaz de todo para alcanzar su objetivo. Así que Enrique tomó los sacos, acompañó a Roberto y en todo momento le habló de usted…

[quote]Don Roberto. ¿Qué sabemos del cargamento? Si supiese algún detalle podría saber más o menos cómo es el mineral… [/quote]

Lógicamente no obtuvo respuesta. Pero ya contaba con ello e insistió:

[quote]Veo que sus ropas están bastante ennegrecidas y untuosas: ¿ha estado trabajando en la montaña del Holandés?[/quote]

Y le pareció que Roberto asentía. Si la roca era untuosa significaba que sería bituminoso, lo cual podia tener sentido si había hierros cerca, pues se usaba en altos hornos. Aunque Enrique no había aprendido lo que era el carbón bituminoso así. En su infancia, cuando el minero encontraba una buena veta de ese carbón solía irse de mujerzuelas durante días, pues la paga se doblaba.

Enrique insistió:

[quote]¿Algo que pueda decirme, Don Roberto? Necesito el trabajo.Vivo con mi madre y pretendo una chica.[/quote]

Le pareció que el corazón del buen hombre se reblandecía. Le señaló la montaña y le indicó una zona del montículo, a la izquierda, pegado a una pared. Después extendió sus manos dándole los sacos y se marchó.

Ahí quedó Enrique, frente a una montaña de carbón con una misión: conseguir a su amada.

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225312 Eltomash
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#Enrique persiguió a Roberto cuando comenzaba a marchar porque tuvo una idea. Cecuri era un hombre inteligente: seguro que el reto no podía ser tan tonto. Le preguntó:

[quote]He visto, Don Roberto, que en esa zona no hay exactamente carbón. ¿Podría decirme más o menos qué espera Don Cecuri de mí?[/quote]

Roberto salió de su papel un momento y le dijo:

[quote]Mira, chaval. Lo que quiere saber Cecuri es si estás dispuesto a recoger un saco de mierda de marinero, que es lo que está ahí junto a la pared. A ver si eres lo suficientemente hombre para estar con su hija.[/quote]

A lo que Enrique pensó: “este Cecuri elige a los yernos con un par”. Agradeció a Roberto y se aproximó a recoger una buena cantidad de mineral bituminoso, una buena hulla. Esto no le costó trabajo, porque era experto.

Después pilló la mierda de marinero, la metió en la bolsa, y pensó: “si Roberto me la ha jugado me voy a cagar (nunca mejor dicho) en sus muelas”.

Se acercó a Don Cecuri con las bolsas y las colocó en el suelo. Pidió perdón por el olor que traía y le dijo:

[quote]Haría lo que fuese por su hija, señor.[/quote]

. @security_bot

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#Cecilio se puso a reír a carcajadas. No sabía qué era más cómico: si el chaval arrastrando ilusionado un saco de mierda, o bien la imbecilidad de joven ciegamente enamorado que acusaban sus palabras. Cuando pudo reponerse lo bastante para poder acabar una palabra, dijo:

[quote][color=#00369b]Bien hecho, hijo. Pero deberás aprender que los sacrificios no se hacen para lograr una cosa para uno mismo. El verdadero hombre hace lo que debe simplemente porque es lo que debe hacerse. Anda, ve dónde calientan el agua para doblar maderas, y lávate a conciencia. Luego ve a ver a Don Roberto[/color][color=#00369b] y dile dos cosas: la primera, que te debe una cerveza por haberte tomado el pelo así. lo segundo, que eres su nuevo ayudante.[/color]

[color=#00369b]Ah, te puedes quedar lo que hay en el saco apestoso[/color][color=#00369b]. La mierda no es carbón, pero está seca y si la metes en la estufa, calienta. El otro saco, es para tu madre. Dale mis saludos y dile que nos encantaría que vinierais los dos a tomar café el próximo domingo.[/color]



[color=#00369b]No te olvides de votar a la Unión ProGre en las próximas elecciones, ¿eh?[/color][/quote]
Añadió, guiñando el ojo.



[i]La prueba ha sido superada con éxito, consiguiendo el plus del saco de hulla. A partir de ahora, Enrique el Minero forma parte de la plantilla de la NaSy, con sueldo de trabajador clase C.[/i]

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#Entrando por la puerta, Terencio le dio las buenas tardes.

[quote][color=#00369b]Terencio, hazme el favor y ve a buscar[/color][color=#00369b] a un tal Enrique el Minero. Tiene que estar dónde Don Roberto. Dile que le espero en mi despacho.[/color][/quote]

. @Eltomash

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