Un día soleado en Miramar, en la ciudad, en el barrio universitario, los poetas, inventores, alquimistas y religiosos conviven en paz. Descubren cosas, las publican o las replican; pero siempre con una sonrisa.
En el taller de Fidelín de Sartros, un invento de 30 años más acostumbrado a visitar cortesanas y tabernas que al estudio de la física, se encuentra un pequeño aprendiz llamado Lilo. Lilo, que sí es estudioso y poco dotado para el cortejo femenino, se dedica a descifrar los secretos de la matemática y la física.
El pobre Lilo ha gastado su sueldo de tres meses en una miniatura de lo que sería su proyecto magno. Una pequeña catapulta de 1 metro de altura que es capaz de enviar proyectiles de 50 kg más allá de la ciudad. Fidelín, el borracho sarnoso (por su apellido) ha convocado a todos los borrachos de la taberna en la plaza:
[i]El lilo de Lilo ha hecho una catapulta que me va a hacer rico, joderos![/i]
La Guardia Dorada de la Ciudad, esto es, la guardia personal del Duque asiste al evento y observa.
Lilo carga una pesada piedra que apenas puede levantar en la catapulta y explica a los asistentes el funcionamiento de la máquina, que se basa es un sencillo sistema de transmisión neumática; se carga un cilindro con una pequeña cantidad de amonio que se calienta, pasando a fase vapor y elevando extraordinariamente la presión con una biela-manivela que impulsa el movimiento circular de la catapulta.
Lilo hace una demostración.
La Guardia Dorada se lo lleva a palacio y le propone escalarla a 15 metros. El chico acepta.
[b]Continuará.[/b]
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#Lilo es escoltado por tres guardias de la Guardia Dorada hasta el palacio del Duque de Miramar en la Cuidad.
De camino, el pobre lilo que habiendo crecido entre los amigos borrachos de Fidelín y sus compañías, mujeres de la vida, estaba maravillado con los grandes edificios, estatuas y bellas adoquinadas calles de los alrededores de Palacio.
Al pasar delante del Templo-nido de la ciudad pensaría en su bautismo, y en cómo su templo, aunque mucho más modesto, era igual de bello.
Por un momento Lilo reflexionó en voz alta:
[i]La Trideidad nos iguala a todos; ricos y pobres, listos y tontos, altos y bajos, guapos y feos. Nos coloca a todos por igual y nos besa. El Cigüeño Viejo nos da la sabiduría cuando flaqueamos; el Kidemonas el éxito cuando lo necesitamos y la Sagrada Cigüeña vela siempre por nosotros.[/i]
Los guardias quedaron embobados escuchando al joven miramés, que hablaba como con la pasión de un sacerdote recién consagrado a su fe.
Cuando por fin llegaron a Palacio un gentilhombre del Duque le esperaba.
Gentilhombre: [i]Hola, pequeño. He sido informado de tus dotes físicas y alquimistas y quiero que pases adentro. Tenemos planes para ti[/i]
Lilo comenzó a seguir al gentilhombre, cuando una cigüeña blanca y negra, esbelta como ella sola, preciosa de pelaje y cómo rodeada por una estela de luz, pasó por delante de una ventana. Lilo quedó inmovilizado. Dejo de caminar.
Gentilhombre: [i]¿qué ocurre?[/i]
Lilo: [i]Creo que he encontrado mi camino. Deseo ver al Sacerdote de Palacio. Lo necesito.[/i]
Gentilhombre: [i]No estás aquí para eso, maldito bastardo. Camina[/i]
#Lilo andaba soñando con convertirse algún día en Sacerdote de la Trideidad, mientras seguía al gentilhombre hacia el interior del palacio.
Cuando por fin llegaron a su destino el gentilhombre presentó a Lilo al alquimista de palacio y al físico, ambos chicos jóvenes a los que el Duque Eltomash hubo aleccionado respecto de dichas ciencias. Lilo estaba llamado a ser el que aunase ambas ciencias en uno, un científico de pro, que fuese las delicias del reino.
Gentilhombre: [i]Lilo, a partir de ahora vivirás aquí. Aprenderás las bases de la matemática, la astrología, la física, la alquimia y la tecnología militar de Pascuato y Tontaco, los pupilos de su Excelencia, el Duque Eltomash. Cuando estés listo, podrás conocerle y aprender de él. Te llevaré a ver tus aposentos.[/i]
De camino a los aposentos de Lilo, el pequeño observa las impresionantes estatuas, cuadros y frescos del palacio, que relatan las aventuras y desventuras del ducado a lo largo de su historia.
La habitación de Lilo es pequeña, cálida, algo vieja. Para un niño, que había crecido entre borrachos y cortesanas, encontrar algo así, en un palacio, era realmente el paraíso. Sábanas de algodón egipcio nuevas y limpias; un candil; agua fresca y jabón y un inodoro. Una maravilla. Lilo se quedó descansando.
Cuando cayó la noche salió a curiosear y a buscar de nuevo a la cigüeña que había visto de día. Subió al torreón de la Princesa (inciso: ya explicaré la leyenda de la princesa más adelante). Allí, bajo la luna, buscó su cigüeña.
Y recordó la Leyenda de la Cigüeña que le contaba el sacerdote de su barrio cuando era niño:
[quote=la Leyenda de la Cigüeña]Dicen que el primer Cigüeño Mayor de miramar era un chico de la ciudad. Por supuesto, esto no es más que una leyenda, que no sabe con certitud. Pero se dice que este joven, vio un día una cigüeña sobrevolar en el cielo y la buscó día y noche. Dice la Leyenda que la Trideidad te muestra una cigüeña si cree que en ti hay lo que hace falta para optar por el sacerdocio. Pero luego te obliga a buscarla. A desear ser sacerdote.
Este chico la buscó día y noche. Desfalleció y sufrió por no encontrar a su cigüeña. Creyó que no volvería a verla. La buscaba entre las ruinas, en la ciudad, entre las nubes, alrededor de la Luna. Pero no la veía.
Un día, mientras desesperaba y creía que no habia bendecido por la Trideidad escuchó un aleteo. Buscó y buscó. No la encontró.
Hasta que se dio cuenta de que el aleteo, su cigüeña, estaba dentro de su corazón.[/quote]
#Lilo comenzó a vivir una doble vida. De día estudiaba física y alquimia con Pascuato y Tontaco. Y se le daba francamente bien. Entre sus logros se encuentran dos grandes hazañas para tan tierno vástago. Por una parte, consiguió (mediante el análisis dimensional y la experimentación) calcular el periodo de un péndulo simple a partir de sus experimentos con un reloj de arena. Por otro, sintetizó cetonas a partir de olefinas de aceite de almendra, y demostró que su olor provenía de un cambio químico orgánico.
Cada vez estaba más cerca de conocer al Duque. Por la noche buscaba su vocación religiosa.
Una noche se escapó de palacio para visitar el Templo-nido por la noche. Caminar por las calles de la ciudad, para un niño, podía ser ciertamente peligroso. Pero Lilo no tenía miedo, sabía que su cigüeña estaba vigilante de él, y confiaba en la Sagrada Cigüeña para protegerle siempre.
Cerca del templo nido estaba el taller de Fidelín el Sarnoso, el que otrora fuera como un padre. Esa noche decidió pasar a visitarlo. Lilo no reparó en que sus vestimentas, sus pulseras de cuero y plata, su pelo recién cortado y oloroso de los mejores jabones de oriente lo alejaban de como lo recordaba Fidelín.
Como es obvio, a Fidelín le alegró mucho a ver a su pequeño. Borracho y putero, era un buen hombre. Estaba feliz de ver al que consideraba casi como un hijo triunfar. Así que le propuso ir a la taberna a echar unos vinos. Aunque a Lilo no le gustaba la idea de beber alcohol estaba feliz por ver a Fidelín y se dijo:[i] llevo unos ducados de oro encima, por qué no dar de beber a este pobre que tanto me cuidó, después de todo no deja de ser un hombre bueno.[/i]
De camino a la taberna a Lilo le empezó a pasar una cosa que nunca antes le hubo psado. Las cortesanas, las chicas, ya no reían al verle sino que se le quedaban mirando. Tan limpio, bien vestido, parecía un rico buscando juerga.
Llegados a la taberna, al ver a Lilo, el tabernero le dejó la mejor mesa. Lilo se sentó y enseguida comenzaron a aparecer “amigos” que buscaban congraciarse con el. Ahora no era ese chiquillo sucio y pobre, de la mano de un borrachin. Poderoso caballero es don dinero.
De pronto, una joven camarera, Romualda, entró en la taberna. De apenas un par de años más que Lilo dejaba boquiabiertos a todos los hombres de la taberna. Lilo levantó la mirada y no pudo dejar de fijarse en ella. Su viejo amigo y casi padre, Fidelín, le tocó el brazo y le dijo:
[i]Es bella, lo sé. Pero no te ilusiones, pues todos los samaritanos de la taberna van detrás de ella[/i]
En efecto, no tenia Lilo ninguna posibilidad. Pero como en una película quedó enamorado. Muy enamorado. Tanto que al verla coquetear con un fornido isleño de esos que trajo el Barón @kendel quiso morirse. Tuvo que salir de la taberna.
Allí, bajo el rayo de luna, que iluminaba el templo nido vio su cigüeña. Fidelín que hubo seguido al chico afuera de percató de la cigüeña, puso la mano sobre el hombro del chico y le dijo:
[i]hay veces en la vida, Lilo, que hay que escoger. Una vida virtuosa y célibe o el amor. En este momento de duda que tienes la Trideidad te ha puesto a su más bella criatura para hacerte reflexionar. Darte a elegir. Porque tienes que elegir: volver adentro de la mano de una bella muchacha y un trago de vino o seguir tu vocación. Tú decides.[/i]
#Lilo entró de nuevo en la taberna y vio a la joven que le había encandilado recostada sobre las piernas de un isleño. Aunque había elegido a la Trideidad sintió dentro de sí una sensación extraña; como un pinchazo en su alma, que le cortaba la respiración.
Fidelín le dijo: [i]La primera amada es una puta siempre, pero te enseña para la siguiente [/i]
A lo que Lilo le echó una mirada despectiva por ser tan grosero. Partieron juntos del bar hacia casa, y Lilo finalmente acostó a Fidelín y le dio un beso en la frente. Después de todo había sido como su padre. Partió hacia palacio.
Caminando por las calles frías y húmedas de la ciudad entrada la madrugada, se dio cuenta de la belleza de los adoquines, los muros y las tejas cuando no hay nadie.
Y, de pronto, la joven Romualda salió de un portal. La chica cruzó una mirada con Lilo y los dos quedaron en silencio. Lilo siguió caminando incapaz de decirle nada a Romualda, que tenía clavada su pupila azul en su espalda. Si hubo elegido la Trideidad, ¿por qué ésta volvía a ponerle a prueba?
La chica consiguió arrancarse unas palabras: [i]Eh, espera! [/i]
Lilo se dio la vuelta y la miró atentamente. Pero se acojonó y echó a correr como un chiquillo. Cuando por fin llego a palacio sintió una honda vergüenza. Se acostó en su camastro y comenzó a pensar en Romualda.
A la mañana siguiente, con la vergüenza de la noche anterior, Lilo se dio cuenta de que había un anuncio publicado en el tablón de palacio:
[quote]Convocadas dos becas para estudiar en la facultad de teología y religiones comparadas de la UM. Requisitos:
- ser un novicio de la Trideidad o estar en el seminario
- tener entre 14 y 18 años
- entrevista personal
Preguntar por el Padre Ilyano[/quote]
