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El Duque de Bahía organiza la Tutoría de D. Leandro de TudolorDurante los días de viaje hasta el Maestrazgo Real, D. Carlos, el Duque de Bahía, no dejaba de darle vueltas a la carta que recientemente había recibido.[quote]Mi muy estimadísimo Carlos: Espero con todo mi corazón que estéis bien de salud y de espíritu. Todos los días ruego al Guardián Supremo para que os otorgue la fuerza y la sabiduría necesarias para que podáis recuperar el lugar que por linaje os corresponde en la nobleza polesa. Sin embargo hoy me urge hablaros de temas más mundanos, pero más acuciantes. Como sabréis, tras la muerte de Su Majestad Lector I, en circunstancias que pese a no hablarse aclarado me puedo imaginar, su joven hijo, Leandro de Tudolor y Trastocada ha quedado huérfano. Lady Golondrina de Trastocada ha largo tiempo que murió y no vive ningún miembro más de su familia. Es por ello que, como único amigo que me queda en la alta nobleza, debo recurrir a vos. Hace mucho que no nos vemos regularmente, desde que dejé de ser vicemérito en aquel pueblo de Bahía cercano al castillo de vuestro padre. Aún recuerdo cómo os escapábais para acudir a mis plegarias abiertas y redescubrir la fe que vuestro ciego padre había abandonado. Las raíces de la Verdad, el credo del que por perversión, positiva como en el caso de la Iglesia de la Trideidad, o negativa como los seguidores del Kyrie, nacen todos los demás credos poleses. He criado a Leandro como a un hijo, y esta decisión es para mi, posiblemente, la más dura de toda mi vida. Desde que soy emérito en el Castillo de Altocampo, ahora tras la muerte de Lector elevado a la categoría de archiemérito, me he preocupado por su educación, tanto filosófico-humanística como militar y de destreza y diplomacia, para que conociera todo lo necesario para ser digno sucesor de su padre. Pero mis obligaciones para con la Sacra y Primigenia Iglesia serán ahora mayores que nunca, y no confío además que, viendo lo que le ha pasado a Lector, le pueda pasar algo similar a Leandro. También me veré obligado a abandonar este castillo, pues Leandro no tiene edad para ostentar el título de barón. Es por todo ello que necesito que, bien vos, bien alguien de vuestra suficiente confianza, ilustrado pero a la vez ducho en el arte militar, prosiga con la educación de Leandro. Si bien puede ser aún joven, encontraréis que es muy interesado por absolutamente todo y una compañía fantástica, ávida de conocimientos del mundo. Asegura que quiere estudiar en la Universidad de Miramar el arte de la Alquimia, y aunque tal empeño no sea nobiliario no creo que encontréis, como no he conseguido yo, cambiar su parecer. No obstante queda mucho para ello. No obstante he de advertirle de que el joven no conoce aún el destino de su padre. Si bien Lector nunca se preocupó en demasía de él, la cuestión es que le idolatra, y no me he visto en la capacidad de contarle la triste verdad. Es especialmente sangrante en tanto que, además, no se encuentra su cuerpo para darle el debido rito kidemonita. En cualquier caso, sólo puedo agradecerle todo lo que ya ha hecho y estoy seguro que, se una forma u otra, seguirá haciendo por Leandro. Un afectuoso saludo, Heliodoro de Ponturas Archiemérito de Altocampo [/quote] D. Carlos no sabía como reaccionar al encargo. Desde luego, su reciente experiencia con el Emérito de Bahía he había trastocado y su confianza respecto a la estructura religiosa del Kidemonismo se había reducido. Al mismo tiempo, había encontrado en el Cigueño Mayor, su tío @Chiribito , una voz de moderación que se había significado frente a la abundante agresividad que imperaba en el reino. Su fe, en lo personal, no había cambiado. Pero sus intereses religiosos... quizás si. Tras reflexionar, envió la siguiente carta. Estimado Heliodoro. En buena nueva puedo comunicaros que las plegarias en la que te me encomiaste han debido servir, pues nuestra Majestad ha confirmado en mi la herencia que correspondía a mi Padre. Encuentro -y no por conveniencia sino por convicción- que la moderación de nuestro nuevo Rey puede sonreir a todas las sensibilidades religiosas en un grado superior incluso al de D. Lector, por contradictorio que parezca. No gastaré vuestro tiempo hoy con interesantes cuestiones filosóficas y religiosas, como antaño hacíamos, y busco con ansia el momento de encontrar una excusa para encontrarnos en persona con el tiempo suficiente para tratar estas y otras cuestiones que interesan a personas de nuestra particular sensibilidad. Lo que nos ocupa sin embargo es la Educación del heredero que os ha sido encomiado, tarea a la que sin duda quiero dar el máximo valor. He pensado en darle a usted, en total convicción de mi entrega a su servicio, la opción de elegir entre tres de mis más cercanos sirvientes. D. Kvothe de Horse es mi más cercano servidor, mi mayordomo mayor. Familiar lejano, pertenece por sangre y convicción a la Casa de Horse. Pero de entre los servidores de Horse, D. Kvothe destaca por algo que no es habitual en su familia, y es la capacidad de argüir y conocer en extremo grado las particularidades del género humano en la corte. Y estas sapiencias, que a mi son en extremo ocultas, son valiosas para todo aquel que se mueva en ella. Pero, como ha de entenderse, D. Kvothe no es un hombre de nuestra sensibilidad y estimo que la respeta tan solo por conveniencia. D. Ignacio de Ribadabia es un veterano al servicio de mi Casa y como tal, es un caballero de alto rango de la Orden de Horse, pese a su humilde origen. Lo único que D. Ignacio respeta más que al Cigüeño Mayor es a los hombres de guerra y, siendo leandro instruido por tal valiente persona, estimo que debiera servir al mismo propósito. En último grado, he de proponer a uno de mis más cercanos compañeros, el Caballero Capellán D. Herminio de Horse, hombre de nuestra sensibilidad, al que destaco como único capellán de la Orden de Horse entregado a un entendimiento de la religiosidad más elevado quizás que el de la mayoría de los trideidarios. Aunque no sería un hombre de religión que usted considerara digno de emeritura, D. Herminio entiende la religiosidad en una forma tan abierta y amable que de ser conocido en corrección por su Archiemeritura y el Cigüeño Mayor, lo considerarían de una vez y al unísono la verdadera encarnación de los valores del ecumenismo. Por supuesto, es un hombre bien experimentado en Corte y Guerra, si bien no sirve a tal propósito tanto como los otros candidatos. En ese sentido, déjeme encomiarme a su sabiduría para tomar la decisión en mi nombre, a sabiendas de que no es mi voluntad decidir por mi mismo todo aquello que, en normalidad, hubiera discernido un hombre de su Casa. El Duque de Bahía D. Carlos de Poniente y Bribón |
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| #En un receso de las negociaciones del Consejo Noble que se estaba celebrando en el Palacio Real del Maestrazgo bajo la presidencia de Su Majestad Real Lord Alester I de Fredonia y Poniente, Heliodoro de Ponturas, Archiemérito de Altocampo y como tal cabeza de la Sacra y Primigenia Iglesia del Kidemonas tras la muerte de SMR Lector I de Tudolor y Trastocada, se reunió en una sala apartada y convenientemente despejada para la ocasión con Lord Carlos Byzantium de Bribón y Poniente, Duque de Bahía, con el fin de discutir los pormenores de la tutoría del joven Leandro de Tudolor, hijo del difunto Rey y carente de familiares directos. | ||
| #[b]VALORACIÓN DEL MODERADOR[/b] @Byzantium @Lector |
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